sábado, 16 de febrero de 2013

Aroma de Carne

Hace un tiempo que lo tenia preparado, pero las ultimas informaciones aparecidas sobre la aparición de carne de jaca en algunas hamburguesas me ha hecho precipitar mi entrada. Bueno lo de precipitar es más bien un dicho que un echo, ya que los que no vemos TV no solemos enterarnos de ciertas tontás. O bien lo hacemos con más bien un ligero gran retardo.

El caso es que hace un mes o dos mientras degustaba con un amigo unas hamburguesas de una conocida cadena de marcas blancas, le comente si había reparado en la lista de ingredientes que figuraba en la etiqueta. Aunque esta muy bien quejarse ante las cámaras de la falta de información sobre la mierda enlatada... perdón, alimentos procesados, que deglutimos habitualmente, lo cierto es que solo un escaso numero de atontaos ente los cuales me incluyo miramos de vez en cuando la lista de ingredientes y el lugar de procedencia del producto.

Aparte de los consabidos aditivos, que en algunos casos forman una procesión tan grande que cuesta distinguir la materia comestible de la bazofia que la acompaña, el caso es que me sorprendió mucho la inclusión del aditivo: "Aroma de carne". Pero leñe, ¿no es una hamburguesa lo que me estoy comiendo?, ¿sera de plástico y no me había fijado?. Pues si, hamburguesa de carne con aroma de carne. No se si el motivo es el mismo que el de usar lejía con la ropa blanca, para que el blanco sea más blanco o es que la carne es tan mala que hay que darle gusto de alguna manera. Un día de estos nos venderán vaca con aroma de toro.

El caso es que estamos tan acostumbrados a la comida procesada que prácticamente no sabemos comer de otra manera. No se que gracia le vera nadie a la salsa de mostaza industrial, que más bien parece adhesivo de montaje. Precisamente el bote de mostaza natural que tengo en la nevera se parece a la industrial en que ambas tienen vinagre entre sus ingredientes. Graciosas son la salsa barbacoa y otras salsas, las cuales si nos tapamos los ojos y hacemos una cata a ciegas nos darán una sensación prácticamente idéntica. Es el poder del glutamato.

Si, efectivamente, toda esta comida industrial no se parece en nada a la natural, ni en aspecto ni en procesos de manufactura,  ni en sabor, y lo mejor es que el bote de mostaza "natural" cuesta casi lo mismo que el industrial. Eso si, es más suave en color y en sabor, no necesita potenciadaores de sabor ni colorantes, para hacerla más sabrosa ni más colorida. Igual que las naranjas no necesitan pintarse de naranja para ser naranjas... aunque de facto se haga algo parecido para que estén más hermosas.  Lo cierto es que si nos detuviésemos un minuto diario a analizar lo que comemos, en muchos casos beberíamos agua de los charcos y lameríamos los adoquines de las aceras, eso si, previamente desinfectados con lejía.

Recuerdo cuando era niño que lo que más me gustaba era la comida industrial. Normal, como a todos los niños. La inclusión de aditivos, no solo tiene el fin de preservar más tiempo el producto, también sirven para potenciar aromas y sabores. ¿Que le gusta a un niño?. Lo más sabroso obviamente, si ademas cambiamos las texturas naturales con sus consiguientes tropezones y hacemos adhesivo, digo masetas uniformes, que teñiremos adecuadamente y les otorgamos el gusto a la carta, ya habremos caído en la trampa. Ya de adultos, cuando no nos importe que la comida tenga tropezones, semillas o cualquier otra cosa normal, ya no nos llamara la atención los colores tenues, la textura no uniforme y los sabores suaves. Es más, es probable que no nos sepa a nada, tan acostumbrados que estamos a los brutales sabores artificiales. Por contra cuando reducimos y limitamos a lo estrictamente necesario (sin llegar a caer en el extremismo y la tontuna)  la ingesta de preparados industriales, al poco tiempo descubrimos un mundo de sabores y texturas que nos había estado vetado durante gran parte de nuestra vida, al punto de que los sabores industriales ya no nos parecerán agradables, sino que sera algo así como echarse un puñado de sal en la boca. Demasiado sabroso. Comenzaremos entonces a leer las etiquetas, y veremos que en gran parte de los casos, los preparados con menos aditivos, no son más caros, y duran prácticamente lo mismo.

Asique ya saben, no esperen que venga ningún sabio a cambiar el mundo. Si queremos cambiar algo, hay que empezar por nosotros mismos. Nos venden bazofia, en parte nos engañan, pero nos engañan porque a casi todos nos da igual, y nos la venden porque la compramos.  En la lista de ingredientes lo pone bien claro: "Aroma de carne", ¿se había parado a leerlo?, ¿lo leyó y no le importo?, usted mismo.