sábado, 4 de agosto de 2012

Defecto por exceso

Exceso de mucho es lo mismo que carencia de todo. Hay una frase que me encanta y de vez en cuando le suelto a algún cansino: El 100% de 0 es cero. O bien el uno por ciento de mucho, es mucho.
Dirán que a qué viene esto. Bueno hace tiempo me di cuenta de que aunque lo intento, no puedo abarcar el mundo. Me faltan brazos, me falta tiempo y me falta conocimiento.

Hay un tipo de personas que admiro, bueno, en general admiro a cualquiera que me quiera enseñar algo, o que quiera que yo se lo enseñe, pero en este caso me estaba refiriendo a esos eruditos que asombran por su conocimiento o habilidad sobre un tema. O lo que es "peor" sobre varios.

Siempre me he preguntado cómo lo hacen. Y aunque la respuesta parece obvia, en realidad es algo más allá del simple trabajo, esfuerzo y dedicación. Es más bien lo que te hace sacrificar muchas cosas para obtener una sola, o en casos extremos sacrificar todo para tener algo. Esto puede parecer una tontá, pero si nos sentamos con una birra y meditamos podremos llegar mas allá de las simples palabras.

Los antiguos sabios eran un tipo de gente que causa gran fascinación por el abanico de ideas y conocimiento que abarcaban. Claro que los conocimientos de la humanidad cabían dependiendo de la época a la que nos remontemos, bien en una caja de zapatos, bien en una habitación. En la actualidad desconozco cuanto abarcaría en papel todo el conocimiento humano, pero la biblioteca resultante debería ser asombrosa. Podría arder durante meses. Por aquel principio que rige el mundo mediante el cual, en vez en cuando hay que quemar los libros. En cualquier caso hemos pasado de los sabios, a los monosabios, como mucho a los polisabios. Gentes extremas, notáblemente eruditas por un lado y absolutamente zafias por el otro. Son los excesos, son los extremos. Carencia, abundancia, todo, nada. En la moderación esta la clave del buen gusto dicen por ahí. Tiempos complicados nos ha tocado vivir. Tiempos de miseria y abundancia, de codicia y de generosidad, de mediocridad y excelencia, de largas jornadas partidas, de carencia de trabajo, de remuneraciones millonarias y subsidios miserables, de subvenciones alocadas y de ausencia de ayuda, de café para todos y de achicoria para nadie, tiempos de consumismo desbordado y de falta del pan para comer, de ocio dirigido, cultura enlatada y falta de pensamiento critico, de exceso de normas, falta de derechos, tuteo a la ley y leyes para todo. Y por supuesto, exceso de información que conduce a la desinformación, el rumor y la tontuna generalizada, agravada por la falta de critica, lo políticamente correcto y las tópicos populares, que indefectiblemente nos conducen al desastre.

No se si hoy he divagado al gusto de ustedes, pero resumiendo mi resumen solo diré que los excesos y los defectos nunca fueron buenos. No se trata ahora de involucionar, lo que sería una catástrofe, sino de modular nuestras conductas, nuestra cultura, sentarse un poco y pensar.




1 comentario:

  1. Cierto. Tanto exceso nos hace poco sabios, pues la sociedad no atina a organizarse para manejar todo lo que llega a sus mentes. No queda otra que seleccionar, pero para ello, hay que tomarse el tiempo y saber lo que elegir. Y me temo, mi querido Atanagildo, que hoy por hoy, es el gran problema: NADIE SABE QUÉ ELEGIR.

    Un abrazo desde la blogosfera :).
    Girasol :P

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